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miércoles, 19 de septiembre de 2012

CAPITULO 19

Los ojos de la joven estaban anegados en lágrimas y los rasgos masculinos aparecieron borrosos ante ella. La necesidad de apoyarse en Peter, de encontrar algo en lo que sostenerse, le aflojó las piernas.
-No soy Thiago. Pero , Lali te necesito. Te necesito, pero no de la manera que te necesitaba tu marido. Te necesito tanto que me volveré loco si no vuelvo a sentir tus caricias, tus besos.
 Peter le sujetó la cabeza con las manos, bajó los labios y los unió a los de ella para saborearla. Sintió el sabor de las lágrimas y el dolor de su esposa, y algo dentro de su alma se rompió. Oh, Dios. Le había hecho tanto daño... Los sollozos de Lali se clavaban en las entrañas de Peter como garras ardientes. Pero había tenido que hacerlo. Había tenido que ser cruel porque, en cuanto la oyó preguntarle a Ian, supo que ella comenzaba a sospechar. De alguna manera, su perspicaz esposa había sentido al fantasma de su marido dentro de él. 
Lali se estremeció entre sus brazos. El «polvo de afrodita», la droga que aún infectaba su cuerpo, bombeaba en su interior eclipsándolo todo excepto lo que ella le hacía sentir. Las sensaciones que provocaban aquellos labios suaves, el doloroso sabor de sus lágrimas.
 —Lali —susurró Peter—. Tócame. Sólo tócame. Cierra los ojos e imagina que estás con quien quiera que necesites estar, pero tócame. 
Le cogió las manos para apretárselas contra su duro torso cubierto por vendajes, y sintió su vacilación, su respuesta.
. —Me muero por tus caricias. —La besó de nuevo en los labios, observando cómo Lali alzaba la cabeza y lo miraba con aquellos ojos grises nublados por las lágrimas, por los sueños perdidos. La joven negó con la cabeza y él la besó otra vez. Le atrapó los labios de nuevo y, en vez de devorarlos como necesitaba, se limitó a acariciarlos, a recrearse en su sabor. Finalmente, Lali respondió, dividida entre el hombre que amaba y el que deseaba. Pero él no podía dejar que sospechara que ambos vivían y sufrían por ella. 
—Por favor, no lo hagas —musitó la joven cuando Peter levantó la cabeza y la guió por la salita, llevándola al dormitorio. 
—Entonces, vete. —Se separó de ella, se desabrochó los vaqueros y ahuecó con la palma de la mano aquella erección engrosada por la lujuria. La mirada de Lali se clavó en él y se estremeció. Peter  podía ver la lucha interior de su esposa en sus ojos. Su bella y dulce Lali, que luchaba contra la cólera, el miedo y el deseo. Peter se tendió sobre la cama y se acarició su duro miembro bajo la atenta mirada femenina. Lali cerró los dedos sobre su camiseta, con las mejillas húmedas por las lágrimas que todavía le brillaban en los ojos.
 —Me portaré bien —le prometió él—. —Ven aquí. —Peter le tendió la mano—. Déjame decirte qué siento cuando estoy dentro de ti. . 
Peter se moría por sentir sus manos sobre él. Sufría. Estaba poseído por una necesidad que jamás le había torturado de esa manera. Lali vaciló y Peter pudo ver la cruenta lucha que se desarrollaba en su corazón. La batalla entre lo que sentía por él y los recuerdos que se negaba a abandonar. Para siempre. Algo en su interior se suavizó al recordar lo que ella le susurraba cuando hacían el amor. Que le amaría para siempre. Y él le había jurado que siempre regresaría a ella. Después de lo que pareció una eternidad, Lali cogió el dobladillo de la camiseta y se la quitó lentamente. 
 —Esto no es normal. —La joven se tumbó en la cama junto a Peter y le pasó la mano por el interior del muslo—. Estás muy duro. Muy excitado. Y ayer por la noche estabas sangrando. Respóndeme a esto al menos. Dime qué te pasa. El apretó los dientes. Podía notar el sudor que le inundaba la piel, humedeciéndole de pies a cabeza mientras la fiebre casi le arrebataba la razón. 
—¿Has oído hablar del «polvo de afrodita»?- Lali parpadeó. 
—Es la droga que usan en las violaciones. O la usaban. 
—La usaban —afirmó él—. Estábamos detrás del hombre que la vendía y me capturaron. Me la inyectaron durante algún tiempo y aún tengo pequeñas cantidades en mi cuerpo. La adrenalina la despierta. Y las heridas, y la fiebre. Me pongo duro. Necesito follar. 
—¿Con cualquiera? —Bajó las pestañas y le rozó suavemente el escroto con la yema de los dedos. Él negó con la cabeza. 
—No. 
—¿Con cuántas mujeres has estado desde que te hicieron esto?
 —¿Importa? —No pensaba mentirle, no en ese momento en que sus dedos le acariciaban los testículos. Peter separó los muslos, permitiéndole un mejor acceso a su cuerpo mientras emitía un gemido jadeante. 
—No ahora mismo. Pero más tarde, sí. —Lali inclinó la cabeza, y Peter sintió una descarga eléctrica en las terminaciones nerviosas cuando ella utilizó la lengua para atormentarle. Lali le dio un beso húmedo. . 
—¿Es esto lo que quieres? —La voz de Lali era aterciopelada, un placer tan dulce como el que sintió que atravesaba su cuerpo cuando ella le pasó la lengua por la gruesa erección.
 —¡Oh, Dios, sí! —-La levantó, observando con los dientes apretados y el placer recorriendo salvajemente sus terminaciones nerviosas, cómo la joven le recorría  el miembro centímetro a centímetro con la lengua hasta cerrar la boca sobre el glande.
 Lali lo poseía por completo. Peter lo sabía. Lo había sabido desde el primer momento en que la había visto, cansada, preocupada por el trabajo y el coche, y pidiéndole una llave inglesa. Demonios, si él hubiera sabido que ella necesitaba sólo una llave inglesa y no que le arreglara el coche... Y allí estaba ahora, montándolo a horcajadas sin tocarle las heridas, deslizándose lentamente sobre él, envolviéndolo en sus húmedos y cálidos pliegues. Lali se inclinó para besarlo y Peter la recibió ansioso, hambriento. Desesperado. Se moría entre sus brazos y ella ni siquiera lo sabía. Agonizaba cada vez que la llenaba con su semen. Cada vez que la sentía palpitar en torno a su miembro cuando se corría.
 —Bésame, Peter. —Dulce y sensual, su voz afinaba los sentidos masculinos como un músico con un instrumento. Le atravesaba el corazón, le arrancaba el alma y él se lo permitía.
. —Nada de juegos —gruñó él cuando la joven le lamió los labios. La agarró por las caderas y la desplazó sobre su cuerpo, sintiendo cómo temblaba de anticipación. 
—Pensaba entregarme —le confesó mirándolo fijamente y mordisqueándole los labios.
. —Será mejor que te entregues rápido. —Peter comenzaba a jadear, estaba a punto de hacer rodar a Lali sobre la cama para hundir la gruesa y atormentada longitud de su erección en su interior. La joven levantó ligeramente las caderas y condujo el glande hacia la pequeña abertura de su cuerpo, mientras él deslizaba las manos por su torso para tomar posesión de sus hinchados senos e inclinaba la cabeza hacia los duros y pequeños pezones. Peter sintió crepitar el fuego en su duro miembro. Comenzó por la punta, cuando Lali lo lubricó con sus jugos, y bajó en una apremiante llama hasta la base. Succionó el pezón de la joven con dureza, fustigándolo con la lengua, y oyó cómo ella gritaba su nombre.
Peter oyó su propio grito. El nombre de ella. Sólo su nombre. No la promesa que siempre le había hecho. Pero fue seguido por el más turbador y ardiente orgasmo que había tenido jamás. El semen surgió de su miembro en chorros furiosos y violentos. La inundó, se vació en ella, y Lali gritó otra vez, palpitando y contrayéndose de nuevo en torno a él. Peter se sintió dulcemente atrapado en su interior cuando ella se estremeció débilmente con las últimas sacudidas de placer antes de derrumbarse sobre su amplio pecho. Después, mucho más tarde, Lali se quedó mirando la oscuridad. Peter dormía a su lado con un brazo bajo ella y otro por encima, y apoyaba la cabeza junto a la suya, respirando con suavidad. Había cosas, pensó Lali, que los hombres no consideraban cuando se acostaban con las mujeres, porque ellas eran lo suficientemente listas para no decírselas. Las mujeres se tomaban el tiempo necesario para conocer a los hombres que amaban. Se fijaban en los pequeños detalles. Les gustaba saber dónde eran más sensibles sus hombres, aunque se tratara de duros SEAL’s o de agentes del gobierno. Eran expertas en conocer la manera en que un hombre tocaba el cuerpo de la mujer que amaba. La presión de sus caricias podía cambiar, podía ser suave o más firme, o desesperada y hambrienta, pero había algunas cosas que siempre eran igual. Ciertas sensaciones, ciertas maneras de provocarlas. Un hombre podía tomar a una mujer con dureza y rapidez o con suavidad y lentitud, pero siempre había una constante. Y era el propio hombre. Las cicatrices marcaban las manos y el cuerpo de Peter. Tenía callos que su marido no había tenido y otros, que Thiago sí había tenido, faltaban en las manos de Peter. Pero la manera en que la penetraba con su miembro, los puntos que rozaba en su interior, la manera en que la llenaba y la poseía, eran demasiado parecidos. Había demasiadas similitudes. 
“Lali. Has chocado contra mi todoterreno. Si estaba aparcado aquí mismo, a plena vista».” Los recuerdos del día que Thiago le había gritado regresaron de nuevo a ella. Ardieron en su memoria. Thiago nunca le había gritado antes. Siempre se había controlado. Pero ella le había cogido por sorpresa aquel día. La había agarrado por los hombros para apartarla, y, aun así, ella lo había sentido. Había sentido cómo apretaba las yemas de los dedos sobre su piel, no con suavidad, sino de una manera definida. La manera en que había colocado los dedos, en que la había agarrado para que se hiciera a un lado, lo había delatado. Recordó sus ojos en aquel momento. Aquella mirada feroz que se había vuelto ardiente por la ira, el deseo y la lujuria mientras la conducía a la casa. Eran rasgos distintivos. Lali recordaba el lugar exacto en que sus dedos le habían presionado los hombros, cómo la había hecho sentir, cómo habían cambiado sus ojos. Y también había recordado dónde escondía él sus armas. Cómo las escondía. Peter había sabido dónde guardaba Lali las tazas en la cocina aquella primera mañana cuando le había informado de que no iban a compartir la cama. Lo había sorprendido, había conseguido ponerle furioso y él se había dirigido directo a las tazas de café sin que ella tuviera que decirle dónde estaban. Dormía contra ella igual que había hecho su marido. La abrazaba de la misma manera. Y esa primera noche, entre el sueño y la vigilia, estaba segura —ahora sí—, de que le había oído musitar «go síoraí». Aquellas palabras que sólo su marido le había susurrado al oído. Giró la cabeza para mirarle y observó cómo le caía ahora el pelo sobre la frente. Thiago siempre había llevado el pelo muy corto, pero el perfil no había cambiado tanto. Había pequeñas diferencias, suficientes para despistarla en un primer momento.
El era su alma. Ningún otro hombre podía haber entrado en su vida y tomar todo lo que quería de ella. Sólo su marido habría podido hacerlo. Y él le había estado mintiendo desde que llegó al taller. Le había contado que había sido capturado. Que le habían inyectado aquella horrible droga que había salido en las noticias unos años antes. Entonces recordó sus pesadillas. La absoluta certeza de que él estaba en peligro, no muerto. Lo había oído gritar, rogándole que le salvara, que le ayudara. Ella se había sentido horrorizada y llena de incertidumbre. Se había despertado en medio de la noche gritando con una agonía que no tenía principio ni fin. Peter le había dicho que su marido había muerto. Se lo había dicho con los ojos brillando de dolor y cólera. No le había mentido. Realmente pensaba que el hombre que había sido estaba muerto. Y quizá tuviera razón de alguna manera. Pero seguía siendo su marido, su amante, su alma. Sólo había cambiado su nombre. Y seguía siendo suyo aunque le estuviera mintiendo.
 De pronto se dio cuenta de que Rory estaba al tanto de lo que ocurría. Entrecerró los ojos y maldijo. Qué hijo de perra. Noah le había dicho a su hermano quién era, pero no a ella. Luchó contra el pánico al pensar que Peter nunca había tenido intención de contarle la verdad, que quizá ni siquiera había vuelto a casa por ella. Rory era más fuerte. Era un hombre. Y sabía la verdad, de eso estaba segura. ¿Acaso necesitaba que le ayudara en lo que fuera que Peter estuviera haciendo? ¿Por qué había empezado a trabajar el taller? ¿Para llegar a ella? ¿Para hacer lo que fuera que hubiera venido a hacer? Respiró hondo. Fuera cual fuera la razón, por mucho que amara y adorara a su marido, había llegado el momento de que éste aprendiera que mentirle era algo muy, pero que muy peligroso.

A la mañana siguiente, Toby bajo el capó y miró a Peter.
El estaba concentrado en la lectura del ordenador de un SUV nuevo, girando lentamente la llave inglesa entre los dedos y mascando chicle. Demonios, era una suerte que ya no trabajara en el taller ninguno de sus antiguos empleados. Si se hubieran fijado en él, habrían sospechado al instante. Era algo que Lali había encontrado muy sexy las pocas veces que le había visto hacerlo, hacía ya tantos años.
. «El irlandés». 
El corazón se le hinchó en el pecho y las lágrimas amenazaron con anegar sus ojos; tuvo que darse la vuelta con rapidez para contener los sollozos de alegría. Su irlandés. Había vuelto, estaba allí. Se estremeció ante ese pensamiento y también de cólera. Fuera lo que fuese lo que le había mantenido alejado, era obvio que le había llevado mucho tiempo recobrarse. Podría haber estado con él mientras tanto. Podría haberle ayudado. Lali  habría dado su vida por haber podido hacerle cada día, cada hora, más fácil. Y él se lo había impedido. No la había llevado adonde fuera que estuviese, no le había dejado consolarle, y, aún ahora, seguía intentando ocultarse de ella. Por el rabillo del ojo observó cómo Rory se acercaba a él, le quitaba la llave inglesa y le lanzaba una mirada de advertencia. Oh sí, Rory lo sabía. Era lo suficientemente listo para saber que aquello delataría a Peter. Lali apartó la mirada y cerró los ojos ante la sensación de traición que la invadió. ¿Se lo había contado a su hermano, pero no a ella?

8 comentarios:

  1. que lo mande por una vez a la mierda por no decirle la verdad

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  2. SIIIIII Por fin Lali se da cuenta de que Peter es su marido Thiago....
    Lali es demasiado lista como para no darse cuenta y Peter se distrajo mucho ósea no se cuido lo suficiente como para que no se dieran cuenta.
    Que hará Lali ahora que sabe la verdad y esta tan feliz y enojada? Mmmmmm

    Como siempre te digo: AMO TU NOVELA!!!!!!!!!!!

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  3. Siiiiiiiiiiiiiii,ella ya lo intuía y ahora tiene la confirmación,p4ero el no le ha dicho nada ,lo ha averiguado solita.Espero k se lo haga pagar d alguna manera.

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  4. Si yo tambien quiero que se lo haga pagar.

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  5. OOhhh
    Esta Muy Buenisimo
    Me Encanta La Nove
    Te Juro, Sos Extremadamente
    Grosa,
    OOoh, Cuanto Me Alegro De Que
    Lali Sepa Quien Es En Verdad Peter
    Me Mata La Intriga De Lo Que
    Va A Pasar Despues!!!

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  6. Me encantó el cap y pues es verdad hay cosas que uno conoce de su pareja que son incomparables, que otra persona lo haga de la misma forma,Lali es muy astuta y espero qe no sea muy resentida con Peter.
    @Masi_ruth

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  7. aaaaaaaaaaaaaa me encanto , me la lei toda entre ayer y hoy y me facino, al fiiiiin lali abrio los ojos y que lo mande a la mierdaaa por una vez no lo hizo con thiago que lo haga ahora con este nuevo peter(thiago)
    kari

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