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lunes, 10 de septiembre de 2012

CAPITULO 12

Se obligó a darse la vuelta y regresar al taller. Se obligó a leer la lista de tareas pendientes y a trabajar. Se obligó a concentrarse. Sabía cómo hacerlo. Había pasado seis años haciéndolo. Podía esperar un poco más. Sólo un poco más. Y luego, ella aprendería que era suya. Ya había sido suya antes, pero ahora, volvería a serlo de nuevo. 
Una hora más tarde, levantó la cabeza del motor que estaba arreglando al tiempo que giraba distraídamente la llave inglesa entre los dedos, mientras observaba cómo el coche de Lali se alejaba de la casa en dirección al pueblo. Entrecerró ojos y apretó los labios. Lali estaba huyendo y Peter odiaba que lo hiciera. De pronto, vio que su hermano se acercaba a él y le quitaba la llave inglesa. 
—Creo habértelo dicho en alguna ocasión —dijo Rory con suavidad, asegurándose de que nadie más lo oía—. Mi hermano giraba la llave inglesa entre los dedos de la misma manera. —Le devolvió la herramienta y se alejó de nuevo. 
Lali estaba cabreada. Rory estaba cabreado. Pues que se jo-dieran, porque Noah había vuelto a casa y estaba dispuesto a recuperar todo lo que pensaba que había perdido. Pronto se libraría de la escoria del pueblo y reconquistaría a su esposa.
Lali ya había tenido suficiente. Volvió a aparcar el coche delante de la casa de Kira por segunda vez ese día y respiró hondo. Le resultó extraño que Sienna todavía no se hubiera marchado. Su amiga no solía quedarse mucho tiempo después de que Lali se marchara. Algunas veces, se había preguntado incluso si Sienna y Kira se llevaban bien.
. —Lali, vamos entra. —La atractiva cara de Kira se iluminó con una sonrisa cuando le abrió la puerta y la invitó a pasar. Lali se tiró del dobladillo de la camiseta. Se había cambiado de ropa. Se pasó la trenza por encima del hombro y pensó que quizá debería haberse arreglado también el pelo.
 —¿Sienna todavía está aquí? He visto su coche. —Eran cerca de las tres de la tarde.
 —Regresó de nuevo hace más o menos una hora —le explicó Kira con una sonrisa—. Hemos abierto una botella de vino y estamos dedicándonos a despellejar a los hombres. 
. —Ian se quedó preocupado por ti cuando te vio esta mañana —le dijo a Lali con una sonrisa tranquila, casi suave—. Quería a Thiago como a un hermano. —Y todavía lo hacía, aunque Kira preferiría darle una buena patada en el trasero. 
—Lo sé. —Lali suspiró y se llevó el vaso de vino a los labios mientras su anfitriona la observaba con los dientes apretados por la ira. Kira no quería tener que ser testigo de la conversación que se avecinaba. Lali  había permanecido fiel a su marido muerto durante más de seis años. Los recuerdos del amor que había compartido con él la habían hecho sufrir hasta límites inimaginables y Kira pensaba que, durante por lo menos la mitad de ese tiempo, Thiago podría haber aliviado su dolor. Lali se lamió los labios, juntó las rodillas y pareció estar conteniendo las emociones que la invadían. 
—Me está volviendo loca —confesó—. Está intentando asumir el control de todo, como si tuviera derecho a ello.
 —Y a pesar de eso lo deseas —señaló Kira. El silencio cayó sobre ellas como una pesada losa tras aquellas palabras.
 —No lo necesita —afirmó al fin Sienna—. No es del tipo de hombre que se queda en casa y ella lo sabe.
. —No es eso. Sé reconocer la expresión de una mujer que se siente culpable y atemorizada porque finalmente ha conocido a un hombre que podría amenazar el lugar que ocupaba su marido en su corazón —indicó Kira con suavidad—. Y eso no tiene nada que ver con si él es o no es de los que se quedan. Tiene que ver con si Lali dejará de pensar en Thiago o no. 
Kira no se andaba con rodeos. Lali había aprendido hacía mucho tiempo que lo peor que podía hacer una mujer era engañarse a sí misma. 
—Sí, bueno, pero eso no quiere decir que tenga que hacer nada al respecto. —Lali frunció el ceño. Kira se reclinó en la silla y observó a su amiga durante un buen rato. 
—Pues deberías hacerlo. —Negó con la cabeza—. Ian quería a Thiaho como a un hermano. —Miró fijamente a Lali y continuó—: Me contó que cuando le dijeron que había muerto, fue muy duro para él. Hemos llegado a ser buenas amigas, Lali, y te he estado observando durante estos últimos años. Ríes, sales con tus amigas, y de vez en cuando tienes una cita. Pero no has tenido un amante desde que Thiago murió, ¿no es cierto? 
—Ha sido lo mejor —dijo Lali sacudiendo la cabeza—. Así no he tenido que soportar que ningún hombre me dijera lo que tenía que hacer. 
—Emborráchate —le aconsejó Kira, frunciendo el ceño al ver el dolor que reflejaban los ojos de Lali—. Enfádate. Dinos lo imbécil que fue Thiago
 al abandonarte. 
—¡Kira! —gritó Sienna, con la ira brillando en sus ojos verdes—. Ya es suficiente. —Cada vez que ella ha intentado alejarse del recuerdo de Thiago, tú le has recordado lo mucho que perdió, en vez de decirle que hay más hombres ahí fuera, ¿no es verdad, Sienna? —le dijo Kira con suavidad—. Te he visto hacerlo durante todos estos años. Soy una espectadora neutral, pero tengo ojos y oídos y además estoy casada con el que fue el mejor amigo de ese imbécil. 
—Thiago no era ningún imbécil —la interrumpió Lali. 
—Era un SEAL, cariño. Y estoy casada con uno. Son tan dominantes y feroces, tan seguros de sus habilidades y opiniones que a veces se muestran tercos como muías —señaló, divertida—. Incluso los más tiernos, como Thiago. Pero se ha ido. Ya no existe. Y aquí estamos nosotras, varios años después, viendo cómo te sientes atraída por otro hombre y luchas contra esa atracción por la culpa que sientes al recordar a tu marido.
 —No voy a meterme en la cama con cada hombre que conozco —le espetó Lali.
-Pero tampoco tienes que enterrarte en vida. -Lali la miró, viendo la simpatía en los ojos de la otra mujer, a la que no la unían los recuerdos que compartía con Sienna. Los recuerdos que la mujer del sheriff y ella compartían de Thiago. Sin embargo, Kira estaba en lo cierto. Puede que a Lali no le gustara reconocerlo, pero tenía que hacerlo. 
—Duncan dijo que él es como Thiago —susurró—-. Y puede que tenga razón. Es muy dominante. Ha entrado en mi vida y me la ha puesto patas arriba.
 Kira se inclinó un poco más hacia delante. 
—Es más misterioso y peligroso de lo que fue tu marido, a pesar de que Thiago era un SEAL. Ian me ha dicho que este hombre es más duro y más dominante. Pero tú ya no eres la esposa formal de un SEAL ¿verdad?
 —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Lali con el ceño fruncido. —Tu marido salía a una misión y se negaba a dejarte llorar cuando se iba. Se negaba a dejar que te preocuparas mientras estaba fuera. Y como tú tampoco querías que él se preocupara, reprimiste todo lo que sentías. Cuando él estaba en casa, hacías todo lo que Thiago quería; lo consentías. Pero esos días ya han pasado, ¿verdad, Lali? Porque cuando Thiago se fue, descubriste muchas cosas sobre ti misma. Te hiciste independiente, maduraste a pesar del dolor. Y ahora, este hombre que podría ser tan dominante como lo fue Thiago  no va a acabar con esa vena independiente, ¿verdad? 
—Cada vez que Thiago se iba era un infierno —replicó Lali enfurecida—. Deseo que vuelva. No deseo esto. —Se puso en pie de un salto y señaló la puerta con la mano, como si reclamara al destino por aquella injusticia—. Deseo a mi marido. 
No lo hacía. Thiago se había ido y ella lo sabía, pero no tenía más excusas para las emociones que la embargaban, para la furia que hervía en su interior. Peter estaba destrozando su mundo. Con él no estaba a salvo. No era un hombre manejable y deseaba más de lo que ella estaba dispuesta a ofrecer a un hombre en ese momento. Peter quería que se ofreciera a él por completo. Incluidas esas partes de sí misma que Lali le había ocultado a su marido. Partes que la atormentaban. Partes que formaban parte de su alma. Como aquella sexualidad con la que nunca se había sentido cómoda, y que la llevaba a desear ser salvaje y atrevida, a devorar a Peter por completo y provocarlo para que la poseyera con dureza, fuerza y desesperación.
. —Tu marido no está. Y tú casi has hecho el amor con otro hombre. —Su anfitriona se puso en pie lentamente—. Y te ha gustado.
 Kirа llevaba semanas esperando aquello. Hacía años que se había cruzado en las vidas de aquellas dos mujeres, que se había hecho amiga de Lali sabiendo que llegaría ese momento. Thiago  había cometido un error ocultándose de su esposa, y como Kirа había sabido todo ese tiempo, había sido Lali la que había pagado el precio más alto. 
—Maldita sea, Kirа —masculló Sienna, sirviéndose más vino y tomando un trago—. No deberías haber dicho eso. 
Lali volvió a mirar a la esposa del sheriff buscando apoyo, pero a pesar de la mirada compasiva de Sienna, era obvio que estaba de acuerdo con Kira.
. —De cualquier manera esto no es algo de vuestra incumbencia —gimió Lali—. ¿Por qué de repente todo el mundo quiere meterse en mi vida?
 —Porque nos hemos cansado de ver cómo intentas morir con Thiago —fue la dolorosa réplica de Sienna—. Siéntate, Lali. Vamos a emborracharnos como solíamos hacer antes. Nos desahogaremos hablando sobre lo arrogantes que son Rick y Peter, y luego podrás irte a casa y vivir de nuevo —murmuró entre lágrimas—. No me importa si Peter es un tipo extraño. No te había visto así desde hacía mucho tiempo. Casi viva. Le besaría por haber conseguido que tus ojos brillen de esa manera.
 Lali se dejó caer en la silla y las miró a ambas, aturdida.
-No lo entendéis. Thiago... —hizo una mueca—... todavía me retiene. Sueño con él. Aún sigue formando parte de mi vida. 
Kirа volvió a sentarse y le sirvió más vino a Lali. 
—No lo olvides si no puedes, Lali. Pero no te sientas culpable por sentirte mujer. Necesites que te toquen y que te abracen, así que acepta lo que te ofrece Peter. —Se reclinó en la silla mientras Sienna y Lali vaciaban sus vasos de un trago y volvían a llenarlos.
. —Quiere asumir el control de todo —protestó Lali—. Del taller. De mí. Es como si pensara que todo lo que pertenecía a Thiago debiera ser suyo.
 —Puede que sólo le guste ser dominante. —Kirа hizo un gesto con la mano quitándole importancia—. Demonios, haz el amor con él, descárgate de una vez. Las cosas suelen ser complicadas cuando hay sexo de por medio. Libérate de la tensión sexual y todos los problemas se resolverán por sí solos. 
Lali miró a Kira reflexivamente. Sienna no dijo nada. Se bebió el vino y observó a Lali por encima del borde del vaso.
 —¿Podemos emborracharnos de una vez? Si tengo que hablar de este tema, prefiero tener una excusa para ser franca. De cualquier manera, Rick se va a enfadar por haberse metido en esto. Y ya sabéis, tiendo a prescindir del sexo cuando él está enfadado. 
Lali vació su vaso y lo alzó para que le sirvieran más vino. Kira las observó a ambas con diversión. Bebieron esa ronda y se sirvieron otra antes de que Lali soltara un largo suspiro. 
—Hice que se corriera en mi boca. 
Kira dio un brinco cuando Sienna escupió el vino sobre la mesa. La esposa del sheriff se había atragantado y tosía, cubriéndose la boca mientras miraba a Lali. 
—¿Que hiciste qué?
 Lali se acabó el vino con una sonrisa al ver a su amiga tan conmocionada.
 —Ya lo has oído. 
—¿Estuvo bien? —preguntó Kira arrastrando las palabras. Oh, no podía esperar a que Ian estuviera en casa. Aquello prometía. Mejor aún, no podía esperar a ver a Peter de nuevo.
 —Estuvo bien. —Lali estaba medio borracha. No bebía así desde hacía muchos años—. Más que bien. Incluso diría que estuvo genial. 
—¿Y te devolvió el favor? —dijo Sienna con un suspiro—. Vamos a tener problemas. Lo sabéis ¿no es cierto? Rick se va a preocupar mucho.
. —¿No irás a contarle lo que le he hecho a Peter?, ¿verdad? —murmuró Sabella horrorizada.
. —No podré contenerme si seguimos bebiendo así —gimió Sienna—, y además tenemos una apuesta. 
—¿Una apuesta? —se indignó Lali—. ¿Qué clase de apuesta?
 —El apostó a que lo echarías de una patada. —Sienna le lanzó una mirada airada—. Y yo aposté a que le arrancarías las orejas. 
Lali parpadeó desconcertada.
. —¿Por qué apostaste eso?- Sienna puso los ojos en blanco. —Ya sabes, cariño. Le agarras de las orejas y tiras cuando te corres. —Arqueó las cejas—. Todo por una buena causa. -Lali observó cómo su anfitriona lanzaba un resoplido, casi atragantándose con el vino. —Será mejor que recordemos que no debe beber —le advirtió Kira a Lali—. Se vuelve maquiavélica. ¿Lo recuerdas?
 —Sí, como aquella noche que Thiago  intentó que no salieras de casa —se rió Sienna—. ¿Te acuerdas, Lali ? Le dije que te compraríamos una manta eléctrica y un vibrador. 
Lali se rió a su pesar.
 —No sé si parecía interesado o indignado. 
—Definitivamente, se sentía interesado por el vibrador -—dijo Sienna sin parar de reír.
Lali sonrió. Era un buen recuerdo. La cargó sobre el hombro, la sacó de la casa de Sienna y la llevó a la suya para hacerle el amor.
 —Le echo de menos —musitó con suavidad, terminándose otro vaso de vino. —Pero se ha ido —le recordó Sienna con voz queda. 
—Sí —suspiró Lali, observando cómo su amiga rellenaba su vaso—
. Se ha ido. Y ahora Peter invadía su vida. 
—¿Qué voy a hacer ahora? —preguntó mirando a sus amigas. 
—Estoy totalmente a favor de que le arranques las orejas —respondió Sienna. 
—Thiago te dejó, Lali —le dijo Kira con suavidad—. ¿Acaso piensas que te lo recriminaría?
 Lali guardó silencio un buen rato antes de susurrar:
 —Le prometí que sería para siempre. 
—Para siempre mientras estuviera aquí. ¿Acaso lo está? —señaló Kira—. No tienes por qué prometerle a Peter que va a ser para siempre, Lali. Dale una noche. Libérate de la tensión sexual y vuelve a vivir. 
—Eso es hacer trampa —dijo Lali, clavando la mirada en Kira. Pero, a pesar de sus palabras, algo en su interior se liberó y su lugar fue ocupado de inmediato, aunque había bebido demasiado para darse cuenta de lo que era—. ¿No? 
—Dios, confía en mí —estalló Kira—. No estás haciendo trampas. Te lo aseguro. 
Los vasos tintinearon y fueron rellenados de nuevo. Las tres mujeres se recostaron y procedieron a emborracharse escandalosamente. Bueno, pensó Lali horas más tarde, cuando Ian entró y se las quedó mirando con la boca abierta, tenía que reconocer que quizás se habían pasado un poquito.

-Oh, demonios! —gimió Rory. Colgó el teléfono y después se cubrió la cara con las manos. Peter, que estaba observando la carretera a través de las ventanas de la oficina, se giró y miró a su hermano con el ceño fruncido.
 —¿Qué pasa?
 Rory tenía aquella mirada tan suya. De inquietud, de advertencia, de auténtica diversión. 
— Lali está borracha.
 Peter se quedó paralizado y sintió que se le encogían los testículos de miedo. Miedo puro y duro, propiamente masculino. Porque Lali no paraba de hablar cuando estaba borracha.
. —¿Has dicho que está en casa de Sienna Grayson?
 —No, en la de Ian Richards. —Rory suspiró—. El sheriff ha ido a recoger a Sienna y amenaza con encerrar a Lali, a su esposa y a la esposa de Ian Richards durante toda la noche si no voy a buscarla. Al parecer, las chicas se lo están pasando en grande hablando mal de los hombres en general. Creo que oí algo sobre la tensión sexual de fondo, y a Ian riéndose sin parar. 
Sí, ése era uno de los motivos por los que a Peter se le habían encogido los testículos.
 —Vuelve a llamarle. —Peter apenas respiraba cuando agarró la chaqueta del perchero de la pared y las llaves del todoterreno de Rory del escritorio—. Dile que vamos a buscarla. 
El taller ya había cerrado sus puertas por esa noche. Sólo habían estado esperando el regreso de Lali. 
—¿Qué prefieres? ¿Que te desee suerte o que encargue rosas para tu nueva tumba?
 —Limítate a llamar a Ian y a decirle que vamos para allá —gruñó, dirigiéndose hacia la puerta—. Mientras, sacaré el todo-terreno y te recogeré delante. Debería haberlo sospechado cuando la vio salir. Demonios, claro que lo había sospechado. Una parte de él había sido consciente de que su esposa estaba muy enfadada y de que iría a reunirse con Sienna. Pero no había esperado que también estuviera Kira. Sabía que eran amigas pero no hasta tal punto. Iba a ser un infierno, y no sólo por Lali, sino por Kira. Cuando Rory y él llegaron a la casa de Ian y aparcaron detrás del pequeño deportivo de Kira, Peter negó con la cabeza. Conocía a Kira. Era toda una mujer. Había sido agente de seguridad nacional, pero ahora que se había retirado, tenía demasiado tiempo libre. Volvió loco a Ian hasta que él se casó con ella en lo que Thiago hubiera jurado que era un intento desesperado por alcanzar la paz. La puerta se abrió mientras subía los escalones de entrada, y Rick Grayson lo miró con los ojos entrecerrados por el disgusto desde el otro lado de la estancia cuando Ian dio un paso atrás para dejarlo entrar en la casa. La diversión asomaba en los ojos de su amigo y en la sonrisa que le curvaba los labios. Maldita sea, Peter no necesitaba aquello. Lali estaba desmadejada en un extremo del sofá, al igual que Sienna y Kira. Y todas lo miraban fijamente.
-Debería arrestarte —masculló Rick dirigiéndose a Peter—. Todo esto es culpa tuya. 
Peter soltó un gruñido, atravesó la estancia y cogió a su esposa suavemente del sofá. Ella lo miró con sorpresa, pero no se resistió.
 —Puedo ir andando —le aseguró. 
—Claro que sí. —Asintió con la cabeza con seriedad—. Pero Rory tiene una cita y no quiere llegar tarde. 
Lali pensó que aquello era gracioso, así que se rió apoyando la cabeza contra su amplio pecho y la mano sobre su corazón.
. —Buenas noches, Rick, Ian. Ha sido divertido —se despidió la joven al pasar junto a ellos.
. —No te metas en problemas, Lali —gruñó Rick antes de sacudir la cabeza cuando Peter los rebasó.
 —¿Sabes que todo el mundo piensa que eres un hombre muy atractivo? —comentó Lali mientras se acercaban al todoterreno. 
—¿De veras? —Bajó la mirada hacia ella. Lali lo estaba observando, adormecida y demasiado bebida. 
—De veras —suspiró—. ¿Sabes gaélico, Peter? —preguntó de repente. Peter sintió que se le encogía el corazón de dolor. 
—¿Debería? —le preguntó él a su vez, aproximándose al todo-terreno de Rory mientras su hermano se dirigía al coche de Lali. Por suerte, habían encontrado una llave de repuesto del coche en el taller. 
—Quizá no —susurró ella al tiempo que él abría la puerta del todoterreno y la acomodaba en el asiento del pasajero antes de colocarse tras el volante y poner el vehículo en marcha rumbo a casa. Durante el camino, la joven permaneció callada, mirando fijamente por la ventanilla como si estuviera interesada en el paisaje. Cuando Peter aparcó en el camino de entrada, ella miró la casa en silencio con una expresión sombría. 
—Algunas veces me siento muy sola aquí —dijo de repente al escuchar que él apagaba el motor.
. —No tienes por qué estar sola —replicó Peter con voz ronca, apretando furiosamente el volante con las manos.
. —Bueno, eso es lo que parecen pensar Kira y Sienna —suspiró Lali con la mirada todavía fija en la casa. Peter hizo una mueca.
 —¿Por qué te quedaste aquí después de que él muriera? —inquirió. Lali no lo miró, limitándose a seguir observando la casa. El pesar que se reflejaba en el rostro femenino retorcía el alma de Peter hasta dejarle seco. Al final, ella respondió: 
—Es mi hogar.
 Negando con la cabeza, él salió del todoterreno y lo rodeó hasta llegar a la puerta que Lali comenzaba a abrir. La sacó del coche, la ayudó a recuperar el equilibrio y la sostuvo mientras se dirigían a la casa. 
—No puedes entrar —dijo ella.
. —Lali, éste no es el momento adecuado para cabrearme. —Peter ya había tenido suficiente. Suficiente del profundo vacío que lo invadía, del deseo voraz que lo desgarraba. 
—Estoy borracha. ¿Piensas aprovecharte de mí? —le preguntó ella alegremente cuando él abrió la puerta y la empujó al interior. 
—Esta noche no. Pero quizás lo haga mañana.
 Le dio un beso suave en el pequeño mohín que formaban sus labios y la joven le lanzó una mirada airada.
. —Empiezas a significar mucho para mi, Thiago. Creo que deberías saberlo.

Peter se sobresaltó al escuchar que ella utilizaba su nombre de verdad. Lali  no podía saber lo que decía en aquel estado. Sin duda, se había tratado de un desliz. Sin embargo, un gemido lleno de dolor le desgarró el pecho. Lo había dicho con la misma facilidad que cuando discutía con él. Como lo había hecho años antes cuando estaba enfadada. Como si supiera o intuyera la verdad. La cogió de nuevo en brazos y subió las escaleras con un nudo de emoción en la garganta. Aquel vacío que había sentido durante tanto tiempo, parecía estar desbordado ahora por los sentimientos y las emociones. Por la pena. La depositó sobre la cama, observando cómo apoyaba la cabeza en la almohada y agitaba las pestañas adormilada.
 Le desató las botas y las colocó al lado de la cama. Le quitó los vaqueros y, como sabía que ella odiaba dormir con sujetador, se lo desabrochó y lo deslizó por debajo de la camisa. Ella lo miró.
 —-Puedes aprovecharte de mí. Prometo no enfadarme. 
—Más tarde —le prometió él, sentándose en la cama a su lado. 
—¿Vas a abrazarme?



5 comentarios:

  1. Jo.........,no me digas k ella reconoció los besos y algo más,jajaja ,ya sabes a lo k me refiero,d su marido Thiago en Peter,y comienza a sospechar k son la misma persona.

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  2. Que buen cap, las charla entre amigas son lo más y Peter todo un tierno.
    @Masi_ruth

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