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martes, 16 de abril de 2013

Somos vecinos, cap 2 + nove para descargar.

Holaaa otraa vez, aqui traigo un nuevo cap de la nove nueva,al principio puede parecer aburrida pro de verdad que es una muy bonita historia de amor. Y para quien quiera leer el final de la otra tiene el enlace para podr descargarla arriba del contador de visitas, espero que os guste la nove nueva y graacias por leer y comentaar¡
Un besoo!
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CAPITULO 2


A pesar de la desazón que detectó en su tono, la voz femenina, dulce y picante como un buen coñac, hizo que a Peter se le erizaran los pelos de la nuca. Seguía sin poder distinguir bien sus rasgos, pero percibió que era bonita y que sus ojos eran muy grandes, aunque tampoco fue capaz de adivinar su color esta vez.
—No me escondo —respondió con tranquilidad
—. Soy su vecino y me limitaba a disfrutar de esta noche tan agradable.
La joven trató de atravesar las tinieblas con sus pupilas, pero lo único que distinguía entre las
sombras era el tono claro de los cabellos masculinos y una silueta poderosa.
—No sabía que tenía un vecino. Llevo viviendo aquí casi un mes y nunca he visto ninguna luz en su piso —comentó ella al fin.
—Acabo de regresar de Estados Unidos por motivos de trabajo —explicó Peter.
—¿Viaja mucho? —preguntó, curiosa, sin que elhecho de estar medio desnuda pareciera
importarle demasiado.
—Bastante, sí. —Pero Peter no se dejó distraer y volvió al tema que le interesaba—. Así
que ha venido a vivir con Paul...
—¿Paul? —Por un segundo, la joven pareció confundida. —¡Ah, claro, Paul! Verá, yo siempre
lo he llamado tío Pip.
Su interlocutora esbozó una sonrisa divertida y a Peter le chocó la desvergonzada actitud de
que hacía gala al revelarle a un extraño, con semejante desparpajo, los apelativos cariñosos
que utilizaba con su añoso amante. Él mismo estaba sorprendido de lo escandalizado que se
sentía. ¡Por Dios, ya era mayorcito y sabía de sobra cómo funcionaba el mundo! Sin embargo,
estaba claro que la joven no sufría ningún tipo de incomodidad ante la situación. A pesar de todo, la chica no le había dado en ningún momento la impresión de ser una persona vulgar; más bien al contrario, su entonación era correcta y refinada. Además, tenía la sensación de que era una mujer preciosa y, no sabía por qué, eso le hacía sentirse aún más molesto.
—Sí —continuó diciendo ella sin percatarse de su incomodidad—. Me he trasladado a vivir a este piso, aunque no sé por cuanto tiempo. Todo depende de tío Pip.

«Si ella está cómoda con la situación, yo no voy a ser menos», se dijo Peter, decidido a
mantener la calma.
—Como va a ser mi nueva vecina, será mejor que nos presentemos. Soy Peter Lanzani —
declaró y le tendió una mano por encima de la ligera barandilla de cristal que separaba ambas
terrazas.
—Lali Esposito. —Lali quiso estrechar su mano, pero el movimiento provocó que se le aflojara la toalla y si no hubiera sido por los rápidos reflejos de su vecino, que agarró la tela en el último momento, el paño habría caído al suelo.
—¡Caramba, gracias! —exclamó la chica, al tiempo que soltaba una alegre una carcajada—. Si no llega a ser por usted, señor Lanzani, habría dado todo un espectáculo.

El hombre volvió a colocar el pico de la toalla en su sitio sin poder evitar que el dorso de su
mano rozara uno de los firmes pechos femeninos y una fuerte descarga de deseo lo atravesó de
improviso. A Peter le sorprendió notar su grado de excitación; no recordaba una respuesta
tan rápida ante los encantos de una mujer, sobretodo teniendo en cuenta lo cansado que
estaba y que apenas había entrevisto su rostro. Sin embargo, ella seguía tan fresca como si, en vez de un hombre hecho y derecho, hubiera sido su abuela centenaria la que acabara de tocarla. Peter procuró tranquilizarse y dio un paso atrás, estabaMclaro que la tensión de los últimos días le había afectado más de lo que pensaba.
—Lali... es un nombre curioso —comentó tratando de disimular su ardor.
—Soy medio española. Mi madre vino a trabajar a Inglaterra cuando tenía veinte años y
aquí conoció a mi padre y se casó con él. — Lali se frotó los brazos con las manos—.
Vaya, empiezo a tener frío, será mejor que vuelva adentro. Me alegro de conocerlo señor Lanzani, imagino que nos veremos de vez en cuando por aquí. Buenas noches.
—Buenas noches —respondió él, sin quitarle la vista de encima mientras la joven entraba en su piso y cerraba la puerta de cristal.

«Creo que va siendo hora de que yo también vuelva adentro», se dijo A pesar de la fatiga y del desfase horario, a Peter no le costó mucho dormirse, aunque sus sueños se vieron invadidos por una tentadora y misteriosa presencia femenina cuyo rostro permanecía oculto entre las sombras. Al día siguiente era sábado y Peter, que se había despertado bastante tarde, decidió —cosa extraña en él— no ir a la oficina. Se dijo que se lo tomaría con calma, así que recogió el periódico que el conserje le había dejado sobre el felpudo de la puerta de entrada y se dirigió con él en la mano a la luminosa cocina, donde se preparó un abundante desayuno. Por fortuna la señora Jones, su ama de llaves, se ocupaba de que hubiera iempre alimentos frescos en la nevera y, por primera vez desde hacía mucho tiempo, Peter se dio el lujo de desayunar tranquilamente
hojeando el periódico y disfrutar de una larga ducha, sin tener que salir corriendo a ninguna
reunión.
«Bajaré el ritmo», se prometió a sí mismo, aunque sabía bien que no lo haría. Peter encendió su portátil y estuvo trabajando durante unas cuantas horas. Más tarde, salió a la calle y, aprovechando que el sol lucía con fuerza, se sentó en la terraza de uno de los pintorescos restaurantes que poblaban la zona, cerca de una estufa de gas. Mientras contemplaba el relajante balanceo de los barcos en el pequeño puerto deportivo, decidió que al día siguiente saldría a dar una vuelta en su velero; hacía demasiado tiempo que no disfrutaba del placer de navegar. Dudó si llamar a su amigo Harry para que lo acompañara pero, finalmente, decidió que prefería estar solo. Pasaba tanto tiempo rodeado de gente, que pensó que un poco de soledad resultaría muy agradable, para variar.
—¡Hola, señor Lanzani! —Peter reconoció sin problemas la voz femenina que sonó a su
derecha y se levantó en el acto.

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